Chingue a su madre el que se ofenda.

27 febrero 2006

CUENTO CORTO -- 28VA TRILOGIA -- CEJAS DEPILADAS Y ARDID SEXUAL

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Con un dolor de cabeza insoportable, labios y lengua seca, acompañado de músculos atrofiados, Jevo despierta una noche después, una mañana después, un tiempo después.

Contemplando sus moretones, su pene exprimido y los rasguños que denotan el paso de una hembra con costumbres raras por su vida sucia, se propone desayunar las dos aspirinas con agua mineral que le han servido de aliciente en las épocas de perdición.

Sentado, contempla un vaso de cristal, con agua de hace semanas; los microbios empiezan a juguetear y a mutar. La ventana rota hace algunas horas por no reconocer la llave correcta, yace en el suelo y dibuja algunas gotas de sangre; algunas cosas se explican, pero el dolor aumenta al forzar la mente al recuerdo.

Fumador reciente, Jevo devora cigarrillos que empeoran su estado físico y le sumergen en una vorágine de pensamientos absurdos, caracterizados por la ansiedad que produce el amor. Eso pensaba.

Recordando como latigazos intermitentes, la noche anterior se proyecta en su frente; su mujer, juntos a la orilla del río, tomando cerveza sin parar, divagando, observándolo poniéndose cada vez mas ebrio. El cae vencido por el efecto etílico. Bajo el puente un grupo de vagabundos se masturba viendo a la mujer que viste un pedazo de tela con flores. Jevo no controla sus movimientos ni la lógica de las imágenes, pero esta con los ojos abiertos y conciente.

Bajándose los pantalones, el mas viejo de los sucios pordioseros monta a la mujer, quien intoxicada disfruta de la aventura y del falo mas grande que haya conocido; mucho mas llamativo que el de su Jevo amado. Tomando de una mezcla rara de alcohol y Cenit, el puente protege de la luz reflejada por los faroles; Jevo temblando no sabe si de frío o coraje, se levanta como puede. La mujer lo ve y olvidando cualquier nexo con el alcohólico, esboza una sonrisa leve, se mete el dedo en la vagina, lo lame y asiente.

Los desertores se acercan a el, uno con un leño y otro con una pequeña navaja de rasurar encontrada en una coladera. Jevo nervioso le grita a su mujer, quien a su vez pide que se detengan un momento.

-Los hijos juntos, los 13 años de vida compartida, la casa que han terminado de pagar, los malos momentos, los peores; el robo de muchas cosas profundas y personales-

Un lapso de siete segundos es suficiente para que ella decida:

- Háganselo con amor.

Ya se ve a la mujer viviendo en las calles, entrando a las bibliotecas públicas en busca de calor y con la mente quebrada.

A el, se le ve tomado café y fumando todo el día, metiéndose objetos en el culo y escribiendo sobre amor.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...

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