Chingue a su madre el que se ofenda.

22 agosto 2005

3RA NOVELA CORTA--JEAN PIERRE FINNET--SEGUNDA ENTREGA

Después de varios meses en esta situación, tal vez fueron 7 meses, hubo un llamado: Jean Pierre Finnet, presentarse en la oficina de correos, como sellador de paquetes. El trabajo venia como agua para necesidades desérticas, que aunque no liberaban de la sed retrasada, eran un halo de vida. El trabajo fue muy bien y la paga me permitió sacar del empeño la vajilla que tanto quería Lucille, la vajilla de bodas que sus padres nos regalaron.
La radio no funcionaba desde hacia ya bastante tiempo, las noticias eran enviadas mediante sobres oficiales a la central de correos o por habladurías de viajantes, un día de febrero, el alcalde recibió un sobre sellado y se anuncio en la plaza Pitinzi que la guerra continuaba, que en el ala este de la península, el movimiento fascista recobraba fuerza y que era tiempo de decidir cual era la posición de Nápoles.
No hubo tiempo de decidir, los alemanes bombardearon y sitiaron el área, no hubo mas remedio que permanecer en la tensa calma de la ocupación mientras el gobierno de Mussolini recobraba fuerza para hacerse cargo de la zona.
Durante la época de ocupación Nazi, la oficina de correos cerro y mis tíos subieron de puesto en el gobierno local, mientras la crisis general se agudizaba, en casa solo nos manteníamos de nuevo con lo que ganaba mi esposa.
Vendimos la vajilla y hasta las sabanas que adornaban la maltrecha cama, comíamos solo papas y teníamos que salir a juntar papeles y madera para quemarla en pequeñas fogatas, ya que no poseíamos ningún aparato ni maquina en casa. Hubo semanas en las que solo ingeríamos una comida cada tercer día.
Tirzo Petrozzi, el general del cuartel policial, tenia intenciones deshonestas para con Lucille, le dio la oportunidad de trabajo para cortejarla y lo hacia, ante la negación, el se dispuso al acoso, pero fue inútil. Un día el me visito a la fila de desempleados…
--Usted debe ser Finnet, mire, se que no consigue trabajo y su esposa vive muy mal. Seré breve, le conseguiré un puesto medio en una obra de reconstrucción a las afueras de la ciudad si permite que Lucille se acueste conmigo, una sola vez, solo una vez, responda y aténgase a los resultados de su solución…
Ante tal propuesta sincera y aterradora solo atine a decir que no, que de ninguna manera y que su mujer renunciaría de inmediato, me despedí con la cortesía obligada en momentos tan tensos como una ocupación, pues no conviene tener de enemigo al general de un cuartel policial…Lucille se quedo callada la oír el acontecimiento… Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...

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