Guadalupanos y payasos, la hilaridad hecha manifestación.
Ante el rezo y peregrinación rezagada hacia la basílica de Guadalupe, solicitándole a su patrona abatir la crisis de su gremio, solo cabe preguntar:
¿Es otra de sus payasadas?
Y cuando veo un payaso no siento ternura, ni simpatía. Siento desprecio.
No soy un fascista, solo soy sincero.
Son payasos por descarte, no la armaron en otra más que ser bufones de la manera más degradante que hay. Es pedir limosna pero de manera mas humillante.
Ser payaso debería ser un castigo para un delito grave, no un “trabajo”.
La profesionalización de este oficio profesionaliza la algarabía de la hilaridad. No siento tristeza ni risa por ellos, solo una desconfianza que me invita a cuidarme no de su apariencia, sino de la retahíla de su vida, lo oscuro que un ser con esa vida pudiera llegar a ser. Mas cuando los veo vagando en sus ropas, a latas horas de la madrugada, por la zona norte de la ciudad.
Dignos de toda la gracia y bienestar que les puede proporcionar la Virgen, les deseo la desaparición de su gremio y que encuentren un oficio en donde les vaya mejor. Tal vez el Ataide Hermanos. Bah.
Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...
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