Chingue a su madre el que se ofenda.

09 febrero 2006

CUENTO CORTO -- 28VA TRILOGIA -- SUEÑO AMERICANO

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30 o 35 metros de altura. Steve Keneth se pregunta sobre la altura del árbol frente a su casa; esta seguro que algún día podrá preguntarles a quienes instalan los cableados eléctricos, de teléfono o el TV por cable, sobre la altura del árbol. Incluso pueden decirle que tipo de árbol es ese.

Tarde de domingo, en Beloit, Iowa.

Beloit es un pueblo idéntico a muchos otros de Norteamérica; claro, la porción que tiene habla inglesa o francesa. Con su pequeña plaza comercial, sus árboles deshojados, con aspecto de abandono, de resequedad, Keneth junto a 112 habitantes mas, se dispone a gastar una tarde de domingo, sin nada que hacer que mirar hacia afuera de su casa. En Febrero el invierno aun esta presente, el trabajo en la fundidora de Daimler - Cryshler, que les proporciona tornillos adyacentes para las puertas e interiores de tapicería, no parece ofrecer mas que un sitio seguro que da un salario, medio de subsistencia y por supuesto la oportunidad de pasar las tardes de domingo, sentado frente a la ventana.

Sentado fuma su 11vo cigarrillo del día, son las 3 de la tarde y espera ansioso a que el tren de las 3:30 pase silbando, como lo ha hecho desde su niñez. Una bolsa de pretzels bastante vieja le acompaña junto a la mesa; también lo hacen 5 sobres dirigidos a el.

Sobre 1- 195 dólares por gas.

Sobre 2- 67 dólares de energía eléctrica.

Sobre 3- 45 dólares de agua potable.

Sobre 4- Una demanda por no haber pagado los servicios de un mecánico, el cual le solicito la irrisoria cantidad de 125 dólares por una revisión de la batería del auto.

Sobre 5- Una tarjeta postal con su nombre impreso con tinta dorada.

El viento sigue soplando y el atardecer parece adelantarse, una nube oscurece el paisaje que le dibuja su ventana y las hojas comienzan a revolotear en el patio. El patio luce muy sucio, con pasto crecido y hojas secas que no se han limpiado. Seguramente Steve recibirá pronto un ticket de parte del condado; aproximadamente 75 dólares por no limpiar el frente de su casa y una severa advertencia. El sabe que a la tercera ocasión, la cárcel, una multa fuerte y trabajo comunitario le esperan. Se decide a limpiar el patio y admirar el tren de cerca.

El ruido lejano de los trailers da vida al panorama desierto. 29 grados Fahrenheit le exigen llevar una chamarra y guantes; obviamente su rastrillo de patio, para limpiar las hojas.

Trabajando en su patio-jardín-frente de casa, el tren se ve venir; cargado de alfalfa, autos nuevos y carbón, pasa durante 8 largos minutos, los cuales aprovecha para sentarse e imaginar. Imagina subiéndose en algún vagón de estos, dejándose llevar por la aventura y conociendo todo el país, en el sueño, Steve es muy sociable y la gente lo trata con amabilidad, además, el invierno es muy llevadero, incluso tiene tiempo para conocer una que otra chica. Los sueños de Steve, al igual que los 112 habitantes de Beloit, suelen ser bellamente ingenuos.

El tren ha terminado de pasar y Steve deja a medias la limpieza del patio, entra a fumar su 13vo cigarrillo del día y prende el televisor. En Beloit, como en muchas ciudades y pueblos de la gran Norteamérica, no hay más que uno o dos canales de televisión abierta, el más digerible, es uno donde pasan comerciales prepagados de aparatos para ejercitar el abdomen y dietas milagrosas...también pasan uno que otro noticiero y debates políticos.

Uno de estos le llama la atención a Steve, quien enfoca bien y presta su atención en la medida de lo posible a la plática entre un periodista y un senador demócrata.

El punto de discordia radica en la importancia de concientizar a la gente, que cualquier inconveniente dentro del gobierno de George W. Bush, se debe, inexorablemente, a la aparición del terrorismo en el 11/09; discuten la manera de hacer entender a los disidentes, que Bush es el único personaje histórico que ha puesto por delante su reputación, su cabeza, para salvar de las manos del mal al mundo. Steve se entusiasma y acepta el punto de vista, quien mas que la Gran Norteamérica podrá defender al mundo de los insanos terroristas.

La guerra de Irak también es tema de plática, "Los héroes americanos", estuvieron orgullosos de morir ante la amenaza del terrorismo, hagamos valer esas muertes, no claudicando ante la amenaza latente de nuevos ataques.

Media hora más de charlas "polémicas" y Steve apaga el televisor. La tarde ahora esta muriendo y decide dar una caminata hacia la licorería. La bicicleta se le ha averiado y la refacción en Dick's, sale en 59.99 plus tax, no hay dinero para eso ahora. Esta averiada desde agosto pasado. La respuesta es la misma y será igual por mucho tiempo. Steve lo sabe.

La caminata resultaría mas larga si no se corta camino, el atajo, es un majestuoso puente (en su momento lo fue), que mide unos 30 metros de largo. A dubitación acerca de la longitud del puente, preocupo a Keneth durante un par de meses el año pasado.

Ya en su departamento, rodeado de artefactos viejos adquiridos en “garage sales”, toma sus cervezas, acude al refrigerador y echa un vistazo: cigarros sueltos y 3 cajetillas en el congelador, cerveza, un paquete de jamón viejo y una Pepsi de dieta. La noche es fría, cae nieve y a falta de pagar su cuenta de gas, se cubre con numerosas cobijas sucias.

No duerme. Fijamente mira la ventana sin cortinas y con un impulso inexplicable decide salir a la calle, se cubre apenas y sale a prisa.

Se dirige al centro de la ciudad, el cual luce desolado. Se sienta sobre las bancas que adornan el paseo del rio y reflexiona.

Un pato se acerca y parece pedirle comida. Los dos están solos. El pato se marcha.

Tipos sin hogar se amontonan debajo de los puentes, queman basura en tambos y duermen rodeados de cartones desechados a las afueras de Wal-Mart, algunos duermen, otros vigilan. Steve los observa y se retira.

Caminando por el largo paseo del río, Steve escucha voces. Un enorme castor camina a la orilla del río, a la altura de unos riscos que protegen el cause. El castor va caminando en dos patas y alcanza a rascarse la nuca con una cola plegable. Platica con su sombra, en ingles pleno.

La sorpresa de Steve lo hace apresurar el paso y al hacerlo, el castor lo ve de reojo y súbitamente voltea, pausadamente le comenta:

- Don’t follow us, go ahead, kill yourself …

Asustado, pálido y con mucho frío, se detiene y deja irse a la pareja, una sombra con movimientos propios, incluso, con una especie de túnica, todo con forma del castor…

Tras unos segundos de duda, convencido de que se trataba de alguna broma de mal gusto, corriendo tras el par, Keneth los pierde entre la nevada que ya arrecia.

Cansado y un poco afectado por la temperatura, decide sentarse un poco, ya esta bastante lejos de casa y tiene que regresar a pie. Sentado, ve venir a una anciana. De nuevo asustado, la anciana le ofrece maíz, granos de maíz…el tímidamente rechaza la absurda oferta y aunque no se marcha, si evita el contacto visual.

- Tienes la cara como mi sobrino, el ya no vive aquí en el pueblo, se ha ido a New York…

Intentando responder, una tristeza repentina se apodera del tipo, quien solo sonríe y se marcha.

La mujer lo despide comentando en voz alta: Go ahead and make more babies honey…

Perturbado, caminando hacia su casa, ve pasar un Jaguar ultimo modelo; el se lamenta en silencio el hecho, de que a pesar de trabajar todo el día, como loco, como esclavo; jamás tendrá uno de esos…

En casa, a las 2 de la madrugada, se mece en una vieja silla, mirando afuera, los cigarros le quitan el sueño, posiblemente de nuevo tenga un día corrido, sin dormir para descansar.

La mecedora se agita y rechina, junto tiene una escopeta cargada, se apoya en ella y la acaricia. Todo hogar debe tener una, sostiene orgulloso cuando se le pregunta porque la tiene a la vista en su humilde sala.

La mañana llega y las 7 am se acercan, no piensa en trabajar, esta desvelado y perturbado por su extraña noche. Contento, sonriente se asoma a su ventana, con la escopeta en mano.

Un autobús amarillo se detiene en la casa junto a la via del tren, una bella niña rubia sale corriendo con su abrigo y mochila, pisando la nieve y saludando desde lejos a quienes reconoce a traves de las ventanas del “bus”; Steve apunta y dispara certero, la niña se desvanece y muere al instante. Los restos de cabeza yacen en la nieve y la sangre se diluye entre agua derretida por el calor de la misma. Steve toma su puño de “painkillers” y los ingiere. Sonriente, abraza su arma y cierra los ojos. Antes de morir, observa con una sonrisa en el rostro, la bandera norteamericana

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...