Chingue a su madre el que se ofenda.

22 marzo 2006

CUENTO CORTO -- 29VA TRILOGIA -- ME SIENTO MARAVILLOSO, PREGUNTEME COMO

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Y en el edificio blanco, frente a la Plaza Río, escondido entre árboles y un Bancomer que luce desierto en sus banquetas laterales, estaba subiendo las escaleras Román Mata.

Román asistía a la pinche reunión de Herbalife, recién salido de la pinche universidad, convencido de la veracidad del puto anuncio en el periódico que ofrecía:

URGEN PERSONAS DINAMICAS CON GANAS DE GANAR HASTA 5000 PESOS A LA SEMANA

LLAMAR AL 104 90 33 CON JOSE LUIS ALVAREZ LOPEZ

Romancito entro y se sentó. Señoras, jovencitas, rucos que ya no saben pa’ donde ir para justificar que buscan empleo y su pasado mediocre no les permite, por lo menos, ser un asqueroso guardia de seguridad, todos ellos paseaban desesperados en espera de la platica donde les enseñarían que ¡Todos pueden vivir y ganar bien en México!

La platica comenzó y la inversión, al igual que en la platica de Avon, joyas, GMC, libros de Disney y demás mamadas con las que las trasnacionales hacen negocio a costa de los ignorantes que hacen apestar las grandes ciudades, era, de mínimo mil pesos. Romancito empezó a escuchar los testimonios de señoras que paradas en un crucero ocho horas; sacaban para mantener bien gorditos a los cerditos que tenían por hijos, a falta de un papa que les respondiera…una de ellas soltó el llanto y la multitud, (de 60 personas), empezó a aplaudir. Los gritos de animo fueron entusiasmando a Román, que vestía un pantalón de vestir aguado, una camisa blanca con leves rayas rosas y una corbata comprada en “Solo un precio”, unos zapatos con lodo en la punta eran engalanados por su cara de pendejo, bigote a medio salir y cabellos parados, al estilo de Nacho Ambriz, pero con un toque de resequedad digna de pruebas a muerte para Head and Shoulders.

Y se entusiasmo y se anoto.

Una pinche doña gorda, pero gorda hasta la madre, le dio su dotación de sobrecitos dieteticos y un chaleco con el logotipo de Herbalife. Se le indico ofrecerle el polvo maravilloso a la gonorrea personificada, es decir, su familia. Además, el sábado auxiliaría a los vendedores veteranos a vender en el crucero cercano a la Plaza Río, donde unas putas agujas de lamina dizque representan las dos californias.

Román vio pasar a sus excompañeros en vehículos nuevos, otros de las empresas donde laboran, otros con mujeres hermosas a quienes llevaban a comer en el brake de la comida; mientras, un tanto cuanto mas negro, mas apendejado y mas feo, Román se apretaba los labios para aguantar el pinche calaron y la humillación que, a pesar de su fétido optimismo, le lastimaba arriba del final de las costillas izquierdas.

Hasta que un día decidió cambiar. Una tarde de agosto, se sentó en un camellon, se despojo del chaleco rígido y sucio que lo había acompañado durante casi cien días y medito. El no quería eso, era capaz de cosas grandes, de mejores futuros, de cambios radicales, no solo en si mismo, sino en su ciudad, en su país.

Encargo su chaleco y fue a su casa, se baño, se rasuro, se perfumo (con un perfumito llamado Deep Bluewater), su cara denotaba una sonrisa de satisfacción, de alegría, de ironía ante la vida, salio buscando un autobús y subió con aires de grandeza. Observo a una mujer que cargaba una canasta con cacahuates, le sonrío con una arrogancia que le llenaba el alma. Llego y conquisto su nuevo empleo.

Hoy le pedí un Happy Meal y un Yogurt para mi hijo. No lo salude porque siempre me ha dado asco.

Y así la cadenita se eternizo.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...

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