RELATO FICTO -- GANADO DE CLASE MUNDIAL

Apurado por las constantes desviaciones debidas a los arreglos viales, Iván Meneses corría entre autos y tráilers, a bordo de su auto compacto, encendido en cólera por la falta de avisos sobre el trafico descomunal y presionado por el tiempo. Instintivamente arriesgado, miraba ya el enorme anuncio del edificio donde esta ubicado el doctor al cual tenia que visitar. Cinco veinte, tiempo preciso para estacionar el auto y registrarse, encontrar el despacho y cumplir con el requisito.

Días antes, semanas antes, siguió un largo proceso en un grupo financiero, para poder trabajar en lo que se pudiera, dentro de una de sus SOFOLES. El convenio implícito era dejar que le explotasen, a cambio de un par de pesos arriba de los sueldos promedio. Y hoy en día, un par de pesos sirven para sobrevivir con mas fructosa en el estomago. Era pues, un examen medico para proseguir con el largo proceso de contratación en una empresa de clase mundial.

Iván corría entonces, subiendo las escaleras al quinto piso, apenas llegando a la puerta del consultorio miro su reloj, cinco veintiséis, tiempo exacto para respirar y reflexionar sobre su sobrepeso y su ya olvidada promesa de año nuevo de ir al gimnasio y ponerse en forma.

Se registro y espero su turno. Llenando una hoja de declaraciones y antecedentes médicos, observaba de reojo a los raros ejemplares que se someterían a exámenes, auscultaciones y demás procesos por completo desconocidos por el Lic en Contaduría Publica llamado Iván Meneses. Los acabados del lujoso despacho eran bien complementados por agradables recepcionistas y auxiliares, que murmuraban entre ellas, cosas relacionadas con revistas de moda y espectáculos.

Al terminar, pasar a una sala, donde los datos de otra hoja eran llenados por auxiliares médicos, que le revelaban que su peso era diferente al que el plasmaba en sus documentos oficiales, lejos de ser sus setenta kilos de antaño, Iván peso ciento cinco. Los años pasan rápido y silenciosos.

Llenar un bote de plástico con orina, semejante examen, nuevo para el treintañero, quien jamás acostumbraba visitar ni al dentista ni al medico general. Iván solo lo visitaría si fuese totalmente necesario. Hoy es un día totalmente necesario.

Abriendo primero el agua del lavabo para, mediante la visión del líquido, estimular su cerebro y poder orinar, descansa cuando supera la raya del mínimo requerido para el examen, raya roja en la pared del recipiente.

Ahora el medico.

Para Iván, los médicos eran todos iguales, con letra fea, canosos, con lentes y un aire de superioridad exageradamente visible. Con estos conceptos a priori, entro después del llamado de un tipo con un estetoscopio al cuello, canoso, con lentes y efectivamente, con un aire de superioridad u autosuficiencia ofensivo.

¿Divorciado ehh? ¿Qué edad tiene tu mujer?

No tengo mujer Sr., dado que soy divorciado.

Vamos, tu esposa, que edad tiene.

Divorciado Sr.

¿Tomas, te drogas, te polveas, te fumas un churro?

No, para nada Sr.

¿Ni un poquito, tomas, cada cuanto?

Ocasionalmente.

¿Cada cuanto sales de parranda con amigos?

Por favor, revisa mis malditos parámetros Sergio.

A los médicos les gusta que les llame uno Doctor. Con respeto y con caravanas. Si no lo haces, estas en problemas con los tipos. Las doctoras me encantan, su voz y seguridad me atrae. Los Doctores le causan malestares propios de su presencia y el olor a camillas y abate lenguas. Los hospitales suelen ser deprimentes desde el olor a Acetaldehído para los fetos.

Nunca los llames por su nombre.

Lo revisó y además del antidoping, le mando a hacerse un examen de sangre, por eso de la obesidad.

Esa noche en el servicio de televisión de paga, pasaron la película de Filadelfia. Sorprendido por la gran actuación de Hanks durmió un poco, solo un poco, aturdido por la idea de sus últimas experiencias sexuales sin protección y el examen de sangre.

Nervioso, se presento dos días después en el despacho de “Sergio”, quien con una cara de desprecio, gracias sus exagerados aires de superioridad, le abrió la puerta y saco un expediente. Tengo una buena noticia Contador, pero otra mala también. Emitió una leve sonrisa, expresando una venganza que a cualquier hombre orgulloso y soberbio, llenaría de ánimo.

¿Cuál quiere primero contador?

Dime las cosas Sergio, de una vez.

Bien, bien.

La mala es que no puedo dar mi visto bueno para tu contratación, estás enfermo.

El corazón, el nerviosismo bestial y las lágrimas inoportunas frente a un rival de fuerzas le invadieron. Su corazón latía salvajemente, lo sentía hacerle moretones internos por su latido descomunal.

La buena, es que no tiene SIDA contador. Hay que ponerse a dieta, porque el colesterol es muy peligroso.

Después de todo, los médicos siempre son superiores al paciente. Siempre.

Mas, sin embargo, Ivan vivio feliz por no ser parte de un grupo de reses, certificadas, de clase mundial.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...