Chingue a su madre el que se ofenda.

02 mayo 2006

CUENTO CORTO -- MARQUEZ

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Le llamaban Márquez; así como un gran general, un sr. del mercado o quien fuese, le llamaban Márquez. Márquez regresaba del trabajo y su mujer le esperaba.

Su mujer era una delgadita chamaca de veintitantos mientras que Márquez ya caminaba los treintas avanzados, regordete y con pantalón de mezclilla, camisas flojas de manga corta y una gorra sucia hasta las costuras.

Regresaba esa tarde del trabajo pero una tristeza rarísima en el le afectaba los rasgos del rostro. Su caminata desde la parada del camión le seguía haciendo reflexionar, lo que toda la tarde había reflexionado y seguramente, le costaría algunas horas de la noche seguir redundando.

Sin atavíos, Márquez llego a su casa esa tarde y se quito el pantalón; su chaleco azul de la maquiladora Douglas Furniture, lo dejo en el suelo y se metió al baño, su mujer, Cecilia, le observo un tanto preocupada pero decidió darle espacio, a veces le sucedían cosas así.

Márquez dentro del baño, se desnudo y se vio al espejo. Cuanta carne y gordura, hoyos en las nalgas, estomago inflamado por las cervezas, su cabello corto y lacio que crecía de manera chistosa. Subido en su banquito para poder alcanzar a verse en el espejo, debido a su poca estatura.

Su rostro le dejaba ver inconformidad, tristeza y pronto escucho los cánticos de su mujer y los gritos demandándole que arreglara el lavabo de la cocina, pues un seguía goteando y olía a podrido. Márquez abrió la ducha y se olvido de Cecilia.

Se baño con la tranquilidad que pocas veces había tenido, pensando en las cuestiones que le intranquilizaban. Al salir, Cecilia le esperaba en el cuarto, evito cenar y fue a acostarse.

Ni una sola palabra.

Márquez seguía pensando en aquel muchacho del banco, que con sus 25 años, alta estatura, sonrisa y carácter jovial, buen futuro y evidente fuerza sexual, le había dado su estado de cuenta de la nomina que le depositaron el ultimo bimestre. Márquez sentía emoción. Se imaginaba de la mano de un hombre, por primera vez en decadas, sintio deseo.

Sentía la emoción que sintió hace veinte años, cuando una muchacha le beso y el no era Márquez sino Laura, cuando ella no era mas que una estudiante de preparatoria y dejo la escuela, las faldas y el cabello largo, cambiándolo por su pose absurda de hombre protector, cuando ella no era mas que una muchacha falta de afecto. Se llevo la almohada a la boca y la apretó fuerte. Luego, se volteo y le hizo el amor a su mujer, con un dildo gigantesco de plástico. Márquez durmió pensando en Laura.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esos deseos tarde o temprano regresan...

Jj dijo...

WaaacalaqueRrico!!!

Anónimo dijo...

Triste vivir tras una máscara. Mejor debería utilizarla para divertirse sin tanto prejuicio.