Chingue a su madre el que se ofenda.

17 mayo 2006

RELATO FICTO -- MANIQUEISTA

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Hoy por la tarde caminaba por los pasillos de un supermercado, cuando un chiquillo paso corriendo, apresurado y curioso; su cabello lacio recién cortado mostraba piquillos que lo hacían lucir como un pequeño erizo. Corría por los pasillos con un mandil que le acreditaba como empacador.

Atraído por su cara tierna y su vivaz actitud, después de elegir mis consumibles, busque hacer fila en la caja donde el chico atendía la mercancía acomodándola esmeradamente.

Quise preguntarle su nombre, algo sobre su vida, hacerle platica, jugar con el, regalarle dinero. Mientras guardaba las cosas le observaba y dedicado, el animo infantil de sus, aproximadamente once años; bromeaba con la cajera, la cual le miraba con la misma ternura.

Trabajador, hizo su parte, yo cumplí la mía y le di una propina.

Toda la tarde me inquieto su rostro, su situación donde, con responsabilidades, horario y juventud, no podría estar jugando o comiendo las golosinas que tenia que empacar para los fantoches hijos de familias acomodadas. Regrese mas tarde.

Salí de mi trabajo cercanas las diez de la noche, solo por curiosidad, me asome al área de cajas. El niño estaba sentado en un cajón de madera, con un avioncito de papel, hecho con un ticket inservible. Le mire la cara, las ojeras propias de quien trabaja largas jornadas, su cabello sin brillo y con menos firmeza en su expresión rebelde.

Algo en el pecho se acomodo, salí tome mi trolebús y camino a casa, con una angustia triste, lamente que el mundo sea maniqueísta.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...