Chingue a su madre el que se ofenda.

19 junio 2006

MUTACION FELIZ

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Es suficiente ver a mis padres, ver a la gente, con ascendencia y descendencia para aborrecer la reproducción humana. No en el sentido sentimental, no en el estético; simplemente me resulta ridículo vernos, rodeados de repeticiones mal hechas salidas de un molde desconocido.

Agradezco no tener hermanos. Me siento feliz de no compartir mi desgraciada existencia con otros que además, compartan la misma cara de animal, indescifrablemente fea. Me imagino hablando con otro, un tipo, que además de haber compartido mi vida, mis vivencias, mis pros y contras, tenga los mismos rasgos faciales y corporales que poseo.

Un hermano gemelo me parece la más abominable creación natural. Es un invento de una fuerza enferma, me importa un carajo; ver a dos tipos de edad similar a la mía, vestir igual y compartir, además de la misma apariencia física, colores, aromas, diseños…me deprime pensar en su vida.

Los hermanos tienen evidente parecido. Las caricaturescas variaciones en el tipo de cabello, los ojos, lo largo de la mandíbula, la barba crecida que diferencia a un macho de una hembra, los ojos saltones. Nimiedad ante los caprichos de nuestra constitución, como raza, como humanos. Hemos nacido para ser totalmente intrascendentes, de lo que solo se salvan algunos afortunados.

La fraternidad es materia de idolatrías sobrevaloradas. La hermandad se reivindica por la repetición, por la obviedad de la incapacidad de valerse solos, no de ellos mismos, sino de la colorida expansión de la costumbre, ejercida por sus padres, por sus numerosos tíos, por la gran familia, que hace que se recreen como cucarachas, engendros que solo han venido a estorbar, a quienes estorban, naciendo solos.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...

1 comentario:

Mariana dijo...

'iches estorbos... yo por eso subaste a los mios lastima que nadie los quiere. Hombre afortunado!! ¬¬...

XD