Chingue a su madre el que se ofenda.

09 julio 2007

DEL QUE COMIENZA A CREER, LA DETERMINACION POR LA VIA NO RELIGIOSA.

El hombre vislumbra las cosas más horrendas en su existencia, representadas en lo no existente. Moustros, enemas patológicos surreales, desgracias provenientes de la ya de moda parafernalia del sobrecalentamiento global o tal vez, para aquellos sentimentales de ocasión, una bomba humana explotando en Chichen Itza. Yo vislumbro las escenas más horrendas de mi vida en la realidad, es por demás escalofriante temer a lo existente, a lo certero, que a lo imaginario. No da miedo caminar en la calle oscura de una ciudad sin nombre, con necesidades alimentarias y psicópatas que satisfacer; solo da miedo que el demonio o Satanás surjan con su capa y me marque por la eternidad. El mal esta a la vuelta de la esquina.

Caminar entre gente sin piernas, brazos, cadera, ojos, con malformaciones demoníacas, con una espiritualidad centrípeta, sangrando y dejando trozos de su cuerpo embarrados en la banqueta, llorando, gimiendo, pidiendo perdón por el simple hecho de existir, orinando y comiendo de los restos de una calamidad urbana que se ensaña con el que se rinde, hasta destrozarlo y hacerlo desear su aniquilación por elección. Gente arrastrándose por calzada de Guadalupe, viviendo en la repetición de un asunto, que ni vieron iniciar, ni verán terminar.

Un grupo de científicos junto a diez simios en una jaula, esta, en el techo mostraba un túnel que finalizaba en un racimo inagotable de plátanos y frutas tropicales. Los simios por instinto suben en busca del alimento, que les proporcionaba mayor gozo que los discretos platos de pasta orgánica que aun nutritivos, no complacían como una fruta fresca. Al iniciar la subida, en un pequeño túnel, sufrían una descarga eléctrica que les hacia retraerse y no desear intentar jamás perseguir el manjar. Uno a uno subía y a la vez que recibían el electroshock, golpeaban al que quería intentar conquistar la penca; el experimentado, le pegaba al novato que aun no conocía su cruel destino didáctico. Los simios mostraban agresividad cuando alguien intentaba subir, tal vez pensando que un ser querido (ellos se querían) moriría al recibir el golpe que previamente ellos experimentaron.

Una vez que todos habían pasado por la experiencia, los científicos retiraron un a uno a los cansados y golpeados primates y al ser sustituidos por otro, el nuevo intentaba lo mismo. Al ser golpeado, dejaba de intentarlo. Así, todos los changos que intentaron subir y que habían recibido el golpe eléctrico habían sido retirados. Solo quedaban novatos que golpeaban a cualquiera que se acercara al túnel, sin que alguno supiera el porque. Nadie conocía el electroshock, sin embargo todos se golpeaban cuando se intentaba subir por el túnel. Ni siquiera sabían que había fruta al final del mismo.

Así empezaron las creencias, partiendo de situaciones aplicables en un contexto determinado, especifico, que usualmente se remonta a épocas de oscurantismo, de ignorancia extrema, de otros tiempos. Y los rituales, reglas y preceptos que las originaron, hoy día fácilmente explicables, se mantienen vigentes, gracias a simios que sin saber por que, repiten acciones, tan absurdas como golpearse entre si al querer hacer algo que nadie ha experimentado, obstaculizándose, lastimándose; como mantener una religión, simplemente porque me enseñaron a creer desde pequeño.

REFUGIADO ANTE LLUVIA ÁCIDA, EN TIEMPOS COMPLEJOS, EL ATEO LO ESCRIBIÓ ASÍ...

4 comentarios:

Nebe Gebhardt dijo...

Pocas experiencias son tan siniestras como ir a la Villa...

Mariana dijo...

Y el papa de llaves que??....

y asi fue escrito por el mario dijo...

como te fue wey hace un raton que no se de ti espero todo ande tranquilon,
que bailaste un chingo de reggaeton, vestido de mujercito!!!

La Guera Rodríguez dijo...

A mi tambien me asustan los "MOUSTROS"...jojo

Primera vez por aqui..asi que no conozco tu estilo, pero esa palabra se me hizo, digamos...simpaticamente escrita por tan culto personaje como parece ser el Ateo.

Seguiremos leyendo...Saludos!

Anatema