Chingue a su madre el que se ofenda.

20 diciembre 2005

DE LA INCONVENIENTE TENDENCIA A LA ELITE CULTURAL...

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Cuando te encuentras a gente que posee un gran “léxico”, vocabulario mas allá de las 200 palabras que manejamos los simples mortales que deambulamos los miércoles en el Cinepolis buscando el 2 x1, nos topamos con personas disfuncionales.

La ilusión del dominio del lenguaje, de la búsqueda obsesiva por nuevas palabras, por versitos que al ser encontrados en libros con raíces latinas o griegas provoca en estos entes la sensación de superioridad, de reinado sobre un cúmulo de masa llamado populacho; mas sin embargo, ¿No son ellos victimas de sus propios límites al elegir esa vía de comunicación?

¿De que sirve el lenguaje si lo llevas a un nivel en el cual, la misma complejidad reduce el espectro de acción de la finalidad del mismo?; es justo mencionar que los intelectuales del país, se destacan mas por su conocimiento de palabras domingueras, que por el mensaje implícito en sus letras, mas aun, el impacto en auditorio es mas débil justamente fortalecido por sus dos deficiencias: Lenguaje rebuscado e ideas estúpidamente burguesas.

La política podría ser más benéfica, más propia, mas nuestra; pero la codificación en conceptos “letrados”, convierte los informes de gobierno en una charla entre dioses del olimpo.

La vida del intelectual me suena más a refugio que a vocación, refugio para quienes son incapaces de interactuar en un plano común y buscan en su “formación académica” el refugio perfecto para justificar y engrandecer sus mieditos más profundos.

¿De que sirve ser esclavo de la gramática, los acentos y la ortografía, si se es incapaz de transmitir emociones?

El conformismo no se justifica con un me vale verga. Pero tampoco la genialidad detrás de un párrafo con palabras estéticamente banales.

Si tan solo las ideas de los pensadores completos de todos los tiempos hubiesen sido comprensibles para todo aquel lector interesado, posiblemente podríamos contar con menos pendejos repitiendo frases celebres o citas literarias y tenerlos creando nuevas cosas, no sacudiendo los trofeos del menos lisiado.

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...