JAGUARES EN TIJUANA (2007)

Nada mas porque el boleto costo 120 pesos y fue mejor que estar en el Siete de Copas viendo contonearse a una ruca percudida.

Un Saúl Hernández sin ánimo, muerto, repetido, superado por su pasado y con la hombría suficiente para desmoronarse en público. Música respaldada por una pista que solo se complementaba por la repetición en vivo, pero dejar de tocar de repente y que no se note, hasta a mi abuela le parecería ridículo de creer.

Además de pujidos de Saúl para sacar la voz que ya no existe y un aburrido tocar por tocar de la banda, los pedazos de mensajes panfletarios me hicieron reír y tratar de olvidar que me pude tomar 12 cervezas (1/2) en algún tugurio en lugar de estar parado en el patio de la mansión de Hank; decía que el mensaje izquierdoso de los Jaguares me dio risa, clamando por la igualdad mientras frente a el, una reja dividía por clases a los que pagaron boleto, de los que tienen conectes y son Very Importante Persona (ja). Que paradojas.

“En el país están cambiando las cosas”, "Jaguares no pertenece a ninguna disquera” y golpes de pecho parecido fue todo lo que atino a decir un músico que debe retirarse. (O tocar gratis, pero que no nos chingue) Además de pendejadas como “Recuperemos la dignidad de la mujeres de Juárez”, ¿Cómo? ¿Violando a los culpables?...

Mucha expectación y poca acción, cantaron mal, aburridos y repitiendo la liturgia de 20 años de un grupo que por más revolucionario, toca en el Hipódromo de Agua caliente, propiedad de un mafioso al que respaldaron haciéndole campaña con el concierto, viva H7 y los rockstars de ultratumba.

REFUGIADO ANTE LLUVIA ÁCIDA, EN TIEMPOS COMPLEJOS, EL ATEO LO ESCRIBIÓ ASÍ...