Chingue a su madre el que se ofenda.

30 junio 2008

LOS INSPIRADOS

Los inspirados discursos proféticos de anquilosados miembros de la dilapidada izquierda mexicana le suenan a mas de tres insurgentes obreros, como al “Te lo dije” de la abuelita que con la boca rellena de orgullo reprocha al nieto que prefirió salir a jugar en plena lluvia fútbol, antes que aguantar otro rosario mas en casa de la amiga octogenaria que entierra a su séptimo hijo mientras ella no puede mas que seguir comiendo quelites con requesón para sobrevivirlos a todos.

La voluntad de vivir de un pueblo, como muchos dentro del medioevo moderno llamado economías emergentes, es impresionante, monumental. Pueden aguantar un sistema económico que te vende como privilegio que los dueños del capital se fijen en tu rancho para utilizarlo como tierra de pastoreo, un sistema económico que acepta el crecimiento económico como una verdad sin discusión, como un deber de todo ser vivo, “Hay que mantener tasas de crecimiento por encima del 3% anual” rezan los más benevolentes, enloquecidos con la belleza de las cifras y con la parte alta del barco que se hunde y que para ellos, como recientemente lo declaro Calderón “Hace menos aburrida la labor de gobernar”. Y le aplauden. Pueden aguantar un sistema de imparticion de justicia en donde el abogado mejor vestido tiene acceso a mejores acuerdos y al veredicto final de un compadre burócrata. Aguantan sindicatos, partidos políticos, mierda en la televisión, empleos de jornada anticonstitucionales con recovecos jurídicos aprobados por la clase gobernante que le genera los beneficios más convenientes a los dueños del capital para que agoten los recursos, desde la tierra, el aire, el agua hasta, el recurso renovable eterno que lleva nombres y apellidos y hasta crédito Infonavit.

No logro decidir entre los puntos en monedero electrónico de Soriana, los productos orgánicos de Wal Mart y Julio regalado de Comercial Mexicana. No elijo aun entre sopa maruchan o pastas La moderna. Ya no veo hacia las carnes, ni la de pollo, de la cual escuchaba en cierto noticiero, la gente enloquecía en el interior del país porque subió el kilo a 15 pesos, infames, aquí cuesta 45 y el glamour fronterizo aun lo soporta.

Me abochorna la pinche risa al ver como los dirigentes del sindicato de PEMEX se niegan a negociar nuevas cláusulas y modificaciones especificas al contrato colectivo de trabajo, el terror les invade como si algún puta virus contuviera la enfermedad de la rendición de cuentas. Los sindicatos deben desaparecer, insisto, con todo y miembros.

Y regreso a escribir, pasandome por los huevos a los detractores. Saludos.

REFUGIADO ANTE LLUVIA ÁCIDA, EN TIEMPOS COMPLEJOS, EL ATEO LO ESCRIBIÓ ASÍ...