Chingue a su madre el que se ofenda.

03 enero 2009

CRISIS MORAL

Continuamente, insistentemente los medios de comunicación y a su vez, los receptores parlantes que sintonizan periódicamente los mismos, se encargan de esparcir las explicaciones sesudas sobre como se ha configurado el actual escenario de crisis multiforme en el mundo.

Se habla de una crisis financiera, desencadenada por los sobreentendidos contractuales del manejo hipotecario en el mercado norteamericano, cuyas diversidad de fondos, desencadeno una hecatombe mundial de desconfianza, de reducción, contracción, de miedo a perderlo todo, a desaparecer como ente económico. Esto ha provocado una crisis económica, de consumo, de confianza, de estabilidad.

El mundo, en sus diferentes matices y detalles descriptivos, vive inmerso en una crisis social entrañable, histórica, colosal. La juventud se rige por nuevos estímulos, la liberación ofrecida por los medios masivos de comunicación, por lo instantáneo de la vida, por lo desechable del éxito, una crisis globalizada en la que las nuevas generaciones (hablemos de los ochentas hacia la fecha) crecen en un ambiente que nadie, en una visión sociológica previo con suficiente peso e influencia, como para hacer algo realmente significativo, importante.

La defensa de la democracia, de los derechos humanos, del capital privado, de la diversidad sexual, ideológica, de culto, de transito, de comercio, es decir, la defensa de la libertad en su modo mas general (al mas especifico), han proporcionado una “mayoría de edad legal”, a un puñado de jóvenes de secundaria. (El modo de vida actual, enfrentado a la población ignorante, inmadura).

La moral, posee infinidad de interpretaciones, de conceptos, de matices que no quiero mencionar. La moral, es el conjunto de reglas que disponemos individualmente para vivir nuestra vida, obviamente, desde la caída de los grandes “entrepreneurs” históricos, iglesia, gobierno, partido. El Boom tecnológico, informático, de comunicación, ha provocado que la diversidad y su defensa, hayan entrado en un lapso muy corto de tiempo, en mentes infantiles, en individuos que no pueden controlar ese “nuevo poder” (en términos de nuevo, segunda mitad del siglo XX).

La moral entendida como el espíritu de conducta que rige de manera opcional a cada persona, se ha degradado, ha sido moldeado, pisoteado, olvidado. Se ha difundido globalmente, que no es necesario en estos tiempos, se ha hecho alarde de que el éxito, se logra por medio de la acumulación de riquezas materiales y no por el enriquecimiento “espiritual” (deslindado del absurdo religioso).

La crisis moral, genera todos los pecados de la sociedad contemporánea, la flexibilidad en los valores personales, generan corrupción, podredumbre, miseria, abuso y violencia. Y la solución equívocamente fue buscada al amparo de las religiones o las sociedades de autoayuda anónima, de los clubes cibernéticos o los abusos nihilistas de la droga al alcance.

Esta crisis, es la madre de todos los problemas de la humanidad y la gran prerrogativa del siglo XXI. Una madre que prefiere darle alimentos desechables a su hijo, suministrados por una niñera de paga por ir al trabajo de oficina o fabrica para sobrevivir, afronta las consecuencias de sus actos, su moral impulsada por la gloriosa mano invisible de Smith, tornan una situación predecible a un par de décadas. Un empleado que miente al vender un producto para ganarse una comisión, genera una cadena de errores que tienen asegurado, un final desafortunado. Comprar piratería, es tan malo como las vacaciones de los ciudadanos de primera, que visten corbata y portan credenciales del gobierno.

La superación de la religiosidad, ha liberado el monstruo del adolescente con fuerza suficiente para madrear a su papa cuando le reprende, el joven se ha fortalecido tanto, que los padres ya no saben que hacer para evitar que destruya, le ponen cerraduras a su cuarto, incrementan los castigos, le quitan los videojuegos y le quitan el dinero; pronto, tomara un martillo, destruirá las cerraduras, se burlara de los castigos, robara algún dinero y se ira de la casa, a chingarse a todo el que se deje, mientras su poder incrementa, su moral se pierde y se dispone a destruir literalmente el mundo.

En mi trabajo observo a menudo, como padres de familia con diversos compromisos y problemas, dejan de tomar en serio la autoridad, la obligación o el deber. Conjuntamente se busca unir bloques para presionar y trabajar menos, encontrar pretextos para no hacer las cosas, para no hacer nada. Y no me espanto, pero no lo acepto.

La crisis moral no tiene solución, no hay escapatoria. Aun cuando tu hagas tu parte, cooperes e inicies una cadena retroactiva, nunca podrás homologar un comportamiento social. De esto ya se han dado cuenta los gobernantes, los delincuentes, los diplomáticos, los empresarios; y cobardes, ocultan su cara entre la multitud, entre la repetición, para saberse protegidos por el anonimato, porque toda la gente es igual. Yo me niego a aceptar esto y añoro un final feliz, que se, no llegara.

REFUGIADO ANTE LLUVIA ÁCIDA, EN TIEMPOS COMPLEJOS, EL ATEO LO ESCRIBIÓ ASÍ...

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