Chingue a su madre el que se ofenda.

11 noviembre 2005

CUENTO CORTO -- 20VA TRILOGIA -- LOS DOS NIÑOS

Image hosted by Photobucket.com

Crecimos cercanos, vecina contigua, jugábamos desde los dos o tres años; aprendimos a hablar juntos, a caminar, nuestras madres eran casi hermanas.

Durante nuestra infancia compartimos juguetes, comiditas, medicinas, suéteres y en algún momento compartimos incluso la cuna; madre cuenta sobre la ocasión en que el viento les arrebato el techo y pasaron una temporada en nuestra casa. Tienen fotos nuestras aprendiendo a patear un balón de plástico de Mickey Mouse.

Nuestra primer pelea fue en aquella navidad, donde a la edad de seis, insistí en mostrarte mi bicicleta nueva, tu quisiste subirte y yo me negué. Aun recuerdo tu cara, desconcertada implorando piedad en mi gesto, solo querías que compartiera yo algo mío, no sabias siquiera montar el juguete, solo querías ser parte de mí; egoístamente te retire el juguete y te grite que era mío.

Durante los años de colegio, estudiamos en distintos planteles; mas sin embargo, nuestras madres se reunían en las tardes a tejer y bordar, mientras nosotros hacíamos tareas, salíamos al patio trasero de la casa y montábamos mini campamentos o cazábamos mariposillas blancas. Recuerda mi madre que también coleccionábamos estampitas en un álbum, ambos éramos fanáticos de aquellos sobrecitos de 50 pesos por tres estampas.

Los fines de semana en secundaria eran nuestros, en tu casa o en la mía, solíamos ver películas, escuchar a Depeche Mode o Guns and Roses, ver películas de las tortugas Ninja o de Karate Kid…hasta que un día…

Si, un día nos estábamos haciendo cosquillas y quedaste sobre mi; tus pechos se oprimieron en mi estomago y sentí por primera vez la excitación como hombre…nos miramos a los ojos, como siempre, pero diferente…lento…nos besamos, nos besamos lentamente y nos abrazamos…

Los días eran largos, muy largos, en especial los fines de semana, tendidos en el pasto del patio trasero, con nuestras cabezas juntas, mirando el cielo, viendo las nubes y encontrándoles formas chistosas, hablando de la escuela y esperando la noche, para jugar con la complicidad.

La pubertad – adolescencia nos llevo al camino, el fuego se encendió, el coraje, la fuerza, la ternura, el amor… desabrochar tu sostén, quitarte tu pants, frotarnos frente a frente hasta que el calor nos desato, todo espacio era pequeño, mi cuerpo era pequeño, incontrolable…hicimos el amor, eso era autentico amor.

Como olvidar aquel dia, en que con tu falda que tanto me gustaba, bajaste lentamente a mi, antes de marchar a la preparatoria…todo era perfecto…

Los tiempos cambiaron, la universidad nos distancio, los días se hicieron rápidos, sin detalles, con velocidad…

Lento y silencioso todo se extinguió, mi porvenir me llevo a Sudamérica, los matices cambiaron, los amores llegaron…

Los años se fueron, las cartas cesaron de fluir…

A mi regreso, platicamos, como viejos amigos, con ánimos encontrados, con intenciones sesgadas nos despedimos con un simple hasta luego.

La gran bióloga marina Elia Sanz se destaco en su teoría de las corrientes Aflueticas, lo cual proponía una explotación moderada de las segundas capas de Cooper, para evitar la alteración de temperaturas en el mar y evitar un aceleramiento en el calentamiento acuático. La admiración y los hombres te rondaron y te alejaste.

Los logros suelen cambiar a la gente, pero tú seguiste igual que siempre, regresaste al país y me buscaste, discutimos sobre nuestra posible relación formal.

Siempre me pasa igual desde aquella tarde, en la que me informaron de tu apoplejía. Repentina. Me levanto, busco el espejo y ruego para que esto sea una pesadilla, siempre compruebo estar en la realidad…

La parálisis general es un desorden nervioso, estas quedando sin movimiento, estas muriendo en vida…

Ayer soñé que llovía y corríamos en busca de mariposas, entrábamos a la playa siendo niños, las plantas crecían solas, sin siembra ni riego humano, sin la presencia de ninguna mente impura.

Verte ser paseada por el medico me mataba, verte morir, ver tan lejos “nuestra posible relación”, mas sin embargo, nunca me di por vencido, rondaba tu salud y en ocasiones se me permitió cuidarte, muy a pesar de tu familia.

Madre me ha exigido cordura, me pide que deje de hablar de Elia como una enferma, me lo repitió con lagrimas hasta el cansancio: “Hijo, el matrimonio de Elia no es apoplejía, vuelve a la realidad…”

Los juegos en mi cuarto, con Mazinger Z y los Thundercats me dan alivio…el doctor esta muy preocupado de que a los 28 años, no tenga intenciones diferentes que jugar con mis muñecos, corretear mariposas y estar tirado en el pasto del patio trasero…además de escribir con mis heces fecales en el baño, el nombre de Elia “de Gómez” Sanz…

Y ASI LO "CREE" EL ATEO®...